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martes, 4 de agosto de 2015

Falta promoción del audiovisual nacional (Por qué el cine español no tirunfa en el extranjero)



Por qué el cine español fracasa en el extranjero. 
 
Durante mucho tiempo los Festivales de Cannes, Berlín y Venecia fueron escaparates del cine español. Carlos Saura, Víctor Erice y Pedro Almodóvar deben su prestigio mundial a estos certámenes. Berlín y Venecia han coronado a nuestros directores: Trueba, Bigas Luna, Martínez Lázaro, Gutiérrez Aragón, Camus, Villaronga, Amenábar, etc. Pero desde hace algunos años la presencia de cineastas españoles en los grandes festivales se reduce a apariciones en secciones paralelas o a la presencia aislada en alguna obra extranjera.  
Pedro Almodovar

¿Se debe a que ahora hacemos peores películas que en el siglo pasado? ¿Es desinterés de los festivales extranjeros por el cine español? ¿No interesa España? ¿Quizás falta una adecuada promoción exterior a nuestro cine?
De todo un poco. Estamos haciendo películas sin gran interés para los festivales internacionales, donde los factores que cuentan son la profundidad temática, la innovación formal y la presencia de grandes estrellas. Los festivales conocen la vulgaridad de nuestro cine por las informaciones que reciben de sus "ojeadores", que sólo juzgan lo que se estrena en salas. El ICAA, organismo encargado de su promoción, no hace absolutamente nada por atraer el interés de los programadores por las películas ‘más innovadoras’.
Fotograma película "Lo Imposible"
Tenemos un organización elefantíasica para tan poquísimo resultado, y un sistema enrevesado, hipertrofiado y clientelista de subvenciones que no funciona para nada. Seguimos contando hisotrias que no interesan o la misma historia de siempre, Hay que ser mucho más valientes y lanzarse de una vez sin complejos ni endogamias a hacer el cine que tenemos que hacer, grande profundo e innovador y crear una forma de financiación espontanea y dinámica para nuestro cine comercial.
El festival más favorable para el cine español ha sido siempre Berlín. En los setenta competimos con cinco películas, en los ochenta con doce y en los noventa con veinte; pero en la década pasada fueron solo ocho filmes, y en las últimas seis ediciones sólo ha competido una película de autor español (además de cuatro coproducciones dirigidas por extranjeros). Estos datos indican por dónde navega el cine español desde que fue abandonado en manos de los operadores de televisión.
Los países interesados en su industria audiovisual participan en mercados y festivales internacionales con organismos oficiales, ministerios, Film Commissions, empresas y agentes culturales activos... Pero la pasividad, el desinterés y la ignorancia del ICAA es tal que sería preferible que desapareciera, o al menos su departamento de promoción. Hoy día el cine español, al igual que España, son fenómenos ignorados por la mayoría de los países del mundo.


Un país ignorado
España ha dejado de ser noticia. La última vez que se supo de ella fue cuando estuvimos a punto de quebrar y nuestra prima de riesgo alcanzó los 649 puntos. Tanto esa mala noticia como los repetidos escándalos nos hicieron encadenar varias portadas en el New York Times, pero en los últimos cuatro años no interesan más que los goles del Real Madrid y el Barcelona. No estamos en el “ajo”.
La pasividad, el desinterés y la ignorancia del ICAA es tal que sería preferible que desapareciera
Hemos vuelto a ser un país de emigrantes... eso sí, cualificados. Cineastas en Hollywood, arquitectos e ingenieros en Sudamérica y los desiertos africanos…

Fotograma palícula "Fuga de Cerebros"
Necesitamos una política cultural que estimule la productividad. Y un Gobierno comprometido con iniciativas de calidad, exportables, que den valor a España como país.
El desinterés de los últimos Gobiernos ha dejado la política cinematográfica en manos de las cadenas de televisión, negocios privados interesados exclusivamente en invertir de la manera más rentable posible para sus intereses, cumpliendo escasamente con la ley… A las televisiones les interesan sus programaciones, sus deducciones fiscales, la promoción de sus talentos, los caprichos de sus consejeros delegados... Nada de esto tiene que ver con el cine como industria cultural. El Gobierno y las cadenas de televisión han convertido a los productores españoles en meros directores de producción, cuando no en simples mercenarios.