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martes, 18 de noviembre de 2014

"Mapa Emocional de Tánger" es un documental emocional, que da lugar a la reflexión...


A la hora acordada, ni un minuto antes ni uno después. José Ramón da Cruz nos recibe en su pulcro despacho de la calle Castelló, en pleno barrio de Salamanca en Madrid. Este compositor audiovisual está considerado uno de los máximos exponentes del videoarte de los 80 y 90. Nacido en Tánger pero criado en Madrid, hace casi diez años decidió fundar Mínimo Producciones para gestionar todos los proyectos que pasan por su mano.

 

¿Siempre quiso dedicarse al mundo del cine?
Al mundo de la composición audiovisual. Yo era un best seller en mi colegio (risas). Cuando estaba en primaria hacíamos concursos de novelitas, que era como guiones, y yo los ganaba todos, quizás porque también los organizaba yo. Recuerdo que escribí una novela de terror y que fue un gran éxito pues todo el colegio la leyó. Uno de los macarras me pidió que se la dejara para copiarla y para mi sorpresa le pillé cambiando mi nombre por el suyo. En el colegio también hicimos una revista a mano que luego alquilábamos. La gente pagaba por leerla y una vez que la leía nos la devolvía. Hasta que nos la cogió el profesor de historia y la rompió en mil pedazos. Así acabó nuestra primera experiencia periodística. Pero lo que yo me imaginaba siempre cuando escribía era muy audiovisual, este arte te permite volar con la imaginación al igual que lo hace el arte en general, visitar lugares ignotos. Pero con el audiovisual casi lo tocas, y esto es impagable. 

Ha sido galardonado con varios premios, ¿qué se siente la primera vez?
La primera vez que gané un premio fue en el Festival de Alcalá de Henares y llegué tarde a recogerlo (risas), con lo cual no me enteré de nada. La segunda vez fue en la Universidad Complutense, yo no estaba en la universidad pero gané el premio, un galardón que había ganado Almodóvar unos años antes. Era el certamen de Súper 8. Y el tercero, y el primero realmente importante, fue en el Festival Internacional de Video de Madrid con Of-tal. Un video rudo de 40 minutos que trataba de un crimen y de un amor pasional. Recuerdo que Eugeni Bonet, uno de los grandes referentes del video, me dijo que había una gran diferencia entre mi vídeo y el de los demás, y es que el mío perduraría en el tiempo y el de los demás no, porque el de ellos estaba basado en efectos y por lo tanto tenían fecha de caducidad. Al año ya hay un efecto que lo supera.

Antes de montar vusetra  productora, trabajaba en televisión. ¿Por qué decidió emprender esta nueva etapa en solitario?
Con 17 años monté mi propia productora y, desde entonces, he tenido varias. En 1991 empecé a trabajar en Antena 3 donde al mismo tiempo mantenía una productora por un tiempo. Al poco tiempo de salir de Antena 3 monté Mínimo Producciones. La idea de la productora es la independencia, no es el negocio en sí, es tener la capacidad de hacer las cosas que tú quieres hacer con el mínimo de interferencias o las interferencias que tú consideras inteligentes.  
Ahora está enfrascado en varios proyectos, el más cercano es el estreno de Mapa Emocional de Tánger que se estrenó el 5 de noviembre. ¿Qué le llevó a firmar este gran documental?
Desde hacía muchísimo tiempo quería hacer algo sobre Tánger. Tenía una especie de deuda existencial con lo que había sido mi infancia que parecía una cantera inagotable de recuerdos difusos y fascinantes y, sobre todo, con lo que había sido la vida “recordada” de mi madre. No sabía muy bien cómo contarlo y qué contar, hice diferentes versiones hasta que encontré la idea de la biosfera, que era convertir a Tánger en una especie de proyecto biosférico. Comencé a dar forma a esas imágenes borrosas de Tánger que yo siempre había tenido, a esas historias que me contaba mi madre sobre la ciudad, a las fobias de mi familia y de algunos tangerinos que nunca habían salido de casa porque tenían agorafobia, etcétera. Y luego, por otro lado, estaba el estrecho, su espacio tan corto y tan brutalmente diferenciado.

¿Cómo la calificaría?
Es un documental emocional, en el que tratamos la información de una forma lenta para que dé lugar a la reflexión y que se pueda ver lo importante de Tánger, los elementos como el viento, el tiempo, el mar, el cielo y principalmente los colores.

¿Cree que tiene posibilidad de ser nominado en la sección de mejor documental por Mapa Emocional de Tánger en la próxima edición de los premio Goya?
Me importa un pito (risas),  ni los Goya ni la academia me seducen nada. Hay una parte de mí que necesita, como todo el mundo, el reconocimiento, y hay otra que dice que esto no lo he hecho para que lo reconozca nadie. Me parece más interesante que Farida Benlyazyd, la gran directora de cine marroquí y que vive en la misma cashbah, me dijera que le había encantado la forma en que retraté Tánger. 

Díganos algo por lo que tendríamos que ir a verlo. 
Básicamente porque es un documental hecho con algo más, que es la emoción aunque también esta sea documental y un tratamiento más poético, que es la aportación digamos videocreativa. Y, también, por una cuestión cultural e histórica, por la relación que ha tenido España con esta ciudad.

En 2009 inició el rodaje de Xtrámboli con Fernando Guillén Cuervo como actor principal y que ha permanecido parado hasta la fecha. ¿Tiene previsto reanudar su filmación este año?
La idea sería retomarlo en 2015 o 2016, convertirlo en una película un poco menos comercial y mucho más mía. Hay una segunda parte de la historia que se llama Inventario de casas en desuso. Me apetece mucho seguirlo y probablemente, como ya he dicho, entre 2015 y 2016 terminemos la primera parte, Xtramboli.  La segunda ya veremos.
 

De su etapa en televisión como periodista de investigación, ¿puede relatarnos cómo era su día a día?
En el equipo de investigación vivía muy bien porque la elaboración de cada documental duraba lo que tenía que durar, no había una programación fija y se entregaba cuando terminábamos la investigación. Era apasionante porque estabas 4 o 5 meses en mundos sobre los que no conocía nada y pude llegar hasta lo más profundo de temas tan interesantes como la trata de blancas, los inmigrantes cruzando el estrecho, etcétera. Íbamos un equipo formado por el productor, un cámara, un ayudante, un redactor y yo. Una vez en el lugar se investigaba a la vez que se grababa.

De todos los documentales rodados para televisión, hay uno que tuvo mucha repercusión y que numerosas veces ha sido emitido, ese es ¡Que vienen los Beatles! España 1965.
Cuando vinieron los Beatles a España, la Escuela Oficial de Cine encargó la cobertura a Pedro Costa y Francesc Betriu. En las imágenes que rodaron aparecían actores y actrices conocidos que en ese momento eran quinceañeros y otros que ya eran más conocidos. Pero ese material desapareció sin que nadie supiera lo que había pasado. Al cabo del tiempo, unos catalanes que estaban escribiendo un libro sobre el 25 aniversario de la llegada de los Beatles encontraron estas imágenes y contactaron con Pedro, y de ahí salió la idea de hacer un documental. Cogimos las imágenes, reconstruimos toda la historia entrevistando a gente que había participado en esos días y, finalmente, quedó un documental muy vivo, sobre todo porque todo el mundo quería colaborar.

¿Cuánto tiempo llevó rodarlo?
Tardamos en rodarlo tres meses aproximadamente. Fue un documental muy divertido de hacer porque todo era amabilidad por parte de los participantes y entrevistados.

¿Y el documental que hizo junto con TVE de los intentos de asesinato de Franco?
Con el de Los que quisieron matar a Franco estuvimos bastante más, aproximadamente un año. Fue más complicado encontrar a la gente porque estaba más dispersa, era gente muy mayor y no era fácil conseguir la documentación. Pero también fue apasionante.

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