Cuando José (José
Ramón Da Cruz) me pidió que escribiera algo sobre mi experiencia en la
producción de Tangernación, me pregunté por donde podría empezar mi relato,
¿quizás debía hablar del rodaje?, ¿del casting de los actores?, ¿de la
preproducción?.
Yo como productor considero que la película no
empieza ni acaba en el rodaje y su posterior montaje. La película, para un
productor, como para un director, muy posiblemente, empieza incluso antes de la
preproducción y acaba incluso mucho después de su estreno y posterior explotación y distribución,
incluso creo que muchos años después una película nos acompaña, seguramente, durante
toda la vida. Incluso, muy probablemente, su fantasma nos trasciende después de
muertos borrando incluso nuestra memoria y enterrando el recuerdo de nuestro
nombre bajo su título, para recuperarlo al final en los créditos.
Me
resulta difícil ordenar en estas palabras los recuerdos de mis diferentes
estancias en Tánger, por que los recuerdos se agolpan y quieren salir todos
juntos. Lo intentaré y es ahora cuando
echo de menos no haber tomado notas de mis sensaciones tras las largas jornadas
de descubrimientos, encuentros y desencuentros que me ocurrieron durante los
días del rodaje de esta película.
Para
mí esta película empieza cuando José me habla de su Tánger por primera vez.
Cuando me habla de su Tánger, por que Tánger, que es una ciudad mágica, hay
muchos, posiblemente tantos como tangerinos y épocas.
Al
abanico de sus recuerdos creó en mi mente un Tánger mítico, casi imposible
visto a través de un niño de 8 años. El niño que era José cuando junto a su familia abandona Tánger para
trasladarse a Madrid.
Es
por tanto el relato de un recuerdo interrumpido, que se me antoja mitificado y
distorsionado por el paso del tiempo. Pero no dudo en hacer de estos recuerdos
los míos y muy posiblemente por ello empiezo a hacer este proyecto también mío.
Sí, creo que es en este momento, tras sus largas charlas de añoranza tangerina
y de infancia, que evoca la prolongación de una Andalucía materna común
imposible más allá del estrecho, cuando
empieza para mí la película.
Así
pues cuando realizo mi primer viaje a Tánger, con José, para localizar, el
Tánger que descubro no es el que cualquier otro viajero se encuentra. Descubro
lugares comunes, que se imaginan en mí recuerdos no vividos, que como en una
película de ficción, inundan mi cabeza, recuerdos que José ha sabido
transmitirme en sus palabras y que luego veré evocados sin duda a través de la
lente de la cámara cuando la película inventada en la cabeza, de ese viejo niño
de 8 años se materialice mágicamente en una tarjeta de memoria y un código
binario digital.
Descubro un
Tánger varado en el tiempo, casi detenido en los años 60. Me llaman la atención
sus comercios, muchos de ellos conservan los nombres Españoles, como la
pastelería la Española, hoy día regentada por marroquíes, inundado su escaparate
de típicos dulces de miel y milhojas marroquíes y de abejas, signo este distintivo
de todas las pastelerías y puestos de dulces de la ciudad y cuya presencia a
nadie parece molestar, es mas parece que ser que nadie concebiría una
pastelería de calidad en Tánger si no estuviera inundada de estos insectos, las
abejas, y no otros mas que abejas, que nunca vi ni moscas, ni cualquier otro
parásito en las pastelerías de Tánger.
Muchos de los negocios que siguen funcionando hoy en día
en Tánger, conservan sus nombres originales
Españoles o Franceses, como en aquellos años, esto contribuye a la
impresión de que en Tánger no pase el tiempo y esto es debido en gran parte a
que cuando esta ciudad dejó de ser zona internacional, ya que Tánger tuvo su
propio estatuto de gobierno independiente, y se produjo la marroquinización,
todos los negocios abiertos por ciudadanos extranjeros tuvieron que ser
vendidos en un 51% de sus participaciones
a ciudadanos marroquíes , y en gran parte los negocios fueron vendidos a
trabajadores y personal de confianza de los dueños de los comercios y me consta
que la inmensa mayoría de ellos cambiaron su condición de empleados por la de
empresarios pero no su mentalidad, siguiendo la inercia que en su momento les
había impuesto sus patronos y esto nos hace llegar a que los restaurantes, los
bares o los cafés siguen exactamente igual en su fondo, forma, mobiliario y
estilo como cuando fueron abandonados por sus antiguos amos.
Tánger, que por aquel entonces, podía presumir, de
ser una de las ciudades más libres, glamorosas y por tanto cosmopolitas del
mundo, donde se mezclaban multimillonarios, artistas, espías, intelectuales y
aventureros…..formando un crisol de lenguas y culturas que confirieron a esa
ciudad, lo que después, durante años ha sabido transmitir a sus visitantes y
que la convierte en el plató natural de una película en blanco y negro de entreguerras,
donde en cada esquina hay unos ojos que escudriñan tus pasos, entre el glamour
y la miseria. Como es facilísimo imaginar que el “Rick´s Café” es en realidad
el Hotel Mintza y que el fantasma de Rick y el de Sam, también en blanco y
negro se inclinan sobre el piano del Bar, y si cierras los ojos y te dejas
llevar por el rumor cercano del mar puedes oír esa melodía maldita de desamor
que se convirtió en banda sonora para la
eternidad y siempre nos quedará París…
¿Cómo no va a ser Tánger una ciudad que merece ser
escrita?
¿Cómo no va a ser Tánger una ciudad que merece ser
fotografiada?
¿Cómo no va a ser Tánger una ciudad que merece ser
pintada?
¿Cómo no va a ser Tánger una ciudad que merece ser
filmada?
¿Si cada paso, cada calle, cada rincón, cada cruce,
cada bar, cada encuentro es un
hallazgo?
Tangernación (Trailer)
___________________________________________________________________________Ángel Quirós
hallazgo?
Tangernación (Trailer)
___________________________________________________________________________Ángel Quirós
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